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Abril28

Números 2, Salmos 44, Hebreos 4

AudioCCF Bogotá Norte
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Números 2

Campamentos y jefes de las tribus

1 El Señor habló con Moisés y Aarón, y les dijo:

2 «Los hijos de Israel acamparán cada uno junto a su bandera, bajo las enseñas de las familias de sus antepasados. Acamparán alrededor del tabernáculo de reunión.

3 »Al oriente acampará la bandera del campamento de Judá, en el orden de sus ejércitos, cuyo jefe es Nasón hijo de Aminadab. 4 El cuerpo de su ejército es de setenta y cuatro mil seiscientos soldados contados.

5 »Junto a él acamparán los de la tribu de Isacar, cuyo jefe es Natanael hijo de Suar. 6 El cuerpo de su ejército es de cincuenta y cuatro mil cuatrocientos soldados contados.

7 »La tribu de Zabulón, cuyo jefe es Eliab hijo de Helón. 8 El cuerpo de su ejército es de cincuenta y siete mil cuatrocientos soldados contados.

9 »Todos los soldados contados en el campamento de Judá, que son ciento ochenta y seis mil cuatrocientos, marcharán a la vanguardia, en el orden de sus ejércitos.

10 »Al sur acampará la bandera del campamento de Rubén, en el orden de sus ejércitos, cuyo jefe es Elisur hijo de Sedeur. 11 El cuerpo de su ejército es de cuarenta y seis mil quinientos soldados contados.

12 »Junto a él acamparán los de la tribu de Simeón, cuyo jefe es Selumiel hijo de Surisaday. 13 El cuerpo de su ejército es de cincuenta y nueve mil trescientos soldados contados.

14 »La tribu de Gad, cuyo jefe es Eliasaf hijo de Reuel. 15 El cuerpo de su ejército es de cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta soldados contados.

16 »Todos los soldados contados en el campamento de Rubén son ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta, y marcharán en segundo lugar, en el orden de sus ejércitos.

17 »A continuación seguirá el tabernáculo de reunión, con el campamento de los levitas, que está en medio de los campamentos. Cada uno marchará junto a su bandera, en el orden en que acampan.

18 »La bandera del campamento de Efraín estará al occidente, en el orden de sus ejércitos. Su jefe es Elisama hijo de Amiud, 19 y el cuerpo de su ejército es de cuarenta mil quinientos soldados contados.

20 »Junto a él estará la tribu de Manasés, cuyo jefe es Gamaliel hijo de Pedasur. 21 El cuerpo de su ejército es de treinta y dos mil doscientos soldados contados.

22 »Seguirá la tribu de Benjamín, cuyo jefe es Abidán hijo de Gedeoni. 23 El cuerpo de su ejército es de treinta y cinco mil cuatrocientos soldados contados.

24 »Todos los soldados contados en el campamento de Efraín son ciento ocho mil cien, y marcharán en tercer lugar, en el orden de sus ejércitos.

25 »La bandera del campamento de Dan, cuyo jefe es Ajiezer hijo de Amisaday, estará al norte, en el orden de sus ejércitos. 26 El cuerpo de su ejército es de sesenta y dos mil setecientos soldados contados.

27 »Junto a él acamparán los de la tribu de Aser, cuyo jefe es Pagiel hijo de Ocrán. 28 El cuerpo de su ejército es de cuarenta y un mil quinientos soldados contados.

29 »Seguirá la tribu de Neftalí, cuyo jefe es Ajirá hijo de Enán. 30 El cuerpo de su ejército es de cincuenta y tres mil cuatrocientos soldados contados.

31 »Todos los soldados contados en el campamento de Dan son ciento cincuenta y siete mil seiscientos, y marcharán en la retaguardia, siguiendo a sus banderas.»

32 Éstos son los ejércitos de los hijos de Israel, contados por campamentos y en el orden de sus ejércitos, según las familias de sus antepasados. Todos ellos eran seiscientos tres mil quinientos cincuenta. 33 Sólo los levitas no fueron contados entre los hijos de Israel, tal y como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

34 Los hijos de Israel hicieron todo tal y como el Señor se lo ordenó a Moisés. Acamparon en el orden de sus banderas, y marcharon cada uno en el orden de sus familias, según las familias de sus antepasados.

Salmos 44

Pasado y presente de Israel

Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.

1 Dios nuestro, lo oímos con nuestros oídos,
y nuestros padres nos lo contaron:
¡las grandes proezas que, en su favor,
realizaste en los días de antaño!
2 ¡Tú mismo desalojaste a las naciones,
castigaste duramente a esos pueblos,
y a nuestros padres los dejaste echar raíces!
3 Porque no fue la espada
lo que les dio posesión de la tierra;
ni fue tampoco su brazo lo que les dio la victoria;
¡fue tu mano derecha, fue tu brazo,
fue el resplandor de tu rostro,
porque en ellos te complacías!

4 Dios mío, ¡tú eres mi rey!
¡Envía tu salvación al pueblo de Jacob!
5 ¡Por ti derrotaremos a nuestros enemigos!
¡En tu nombre los hundiremos en el suelo!
6 Yo no confiaría en mis flechas,
ni tampoco mi espada podría salvarme;
7 pero tú puedes salvarnos de nuestros enemigos,
y poner en vergüenza a los que nos odian.
8 ¡En ti, Dios nuestro, nos gloriaremos siempre,
y nunca dejaremos de alabar tu nombre!

9 Pero nos has abandonado,
nos has puesto en vergüenza.
Ya no acompañas a nuestros ejércitos.
10 Nos has hecho retroceder ante el enemigo,
y los que nos aborrecen nos despojan de todo.
11 Has dejado que nos maten como a ovejas,
y nos has esparcido entre las naciones.
12 ¡Has vendido a tu pueblo de balde!
¡Nada has ganado con venderlo!

13 Nos has humillado ante nuestros vecinos;
somos motivo de burla para los que nos rodean.
14 Has hecho de nosotros la burla de la gente;
al vernos, todos mueven burlones la cabeza.
15 Todo el tiempo debo encarar mi vergüenza;
me abruma no poder dar la cara
16 por lo que dicen los que tanto me ofenden,
¡por lo que hacen mis vengativos enemigos!

17 Aunque todo esto nos ha sucedido,
jamás nos hemos olvidado de ti;
jamás hemos quebrantado tu pacto.
18 Jamás ha decaído nuestro ánimo,
ni nos hemos apartado de tus sendas.
19 ¡Pero tú nos arrojaste en cuevas de chacales!
¡Nos cubriste con las sombras de la muerte!

20 Dios nuestro,
si nos hubiéramos olvidado de tu nombre,
o si hubiéramos rendido culto a otro dios,
21 ¿acaso tú no habrías llegado a saberlo?
¡Si tú conoces los secretos más recónditos!
22 Pero por ti nos matan todo el tiempo;
¡nos consideran ovejas para el matadero!

23 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate, no te alejes para siempre!
24 ¿Por qué te escondes de nosotros?
¿Por qué te olvidas de la opresión que sufrimos?
25 Nuestro ánimo se halla por el suelo,
¡nuestros cuerpos se arrastran por la tierra!
26 ¡Levántate, ven a ayudarnos
y, por tu gran misericordia, sálvanos!

Hebreos 4

1Por eso, temamos a Dios mientras tengamos todavía la promesa de entrar en su reposo, no sea que alguno de ustedes parezca haberse quedado atrás. 2 Porque la buena nueva se nos ha anunciado a nosotros lo mismo que a ellos; pero de nada les sirvió a ellos el oír esta palabra porque, cuando la oyeron, no la acompañaron con fe. 3 Pero los que creímos hemos entrado en el reposo, conforme a lo que él dijo:

«Por eso, en mi furor juré:
“No entrarán en mi reposo”», aun cuando sus obras estaban acabadas desde la creación del mundo. 4 En cierto lugar se dice así del séptimo día: «Dios reposó de todas sus obras en el séptimo día.» 5 Y una vez más dice: «No entrarán en mi reposo». 6 Por lo tanto, y puesto que aún falta que algunos entren en el reposo, y como aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de su desobediencia, 7 vuelve a determinarse un día, «Hoy», al decir después de tanto tiempo, por medio de David:

«Si ustedes oyen hoy su voz,
no endurezcan su corazón».

8 Si Josué les hubiera dado el reposo, no habría hablado después de otro día. 9 De modo que aún queda un reposo para el pueblo de Dios. 10 Porque el que entra en su reposo, reposa también de sus obras, como Dios reposó de las suyas.

11 Procuremos, pues, entrar en ese reposo, para que nadie siga el ejemplo de los que desobedecieron. 12 La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 13 Nada de lo que Dios creó puede esconderse de él, sino que todas las cosas quedan al desnudo y descubiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas.

Jesús el gran sumo sacerdote

14 Por lo tanto, y ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, retengamos nuestra profesión de fe. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. 16 Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para cuando necesitemos ayuda.

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