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Marzo 6

Éxodo 16, Job 33, Lucas 22, 2 Corintios 6

AudioCCF Bogotá Norte
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Éxodo 16

Dios da el maná

El día quince del mes segundo, después de su salida de Egipto, toda la congregación de los hijos de Israel partió de Elim y se dirigió al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí. 2 Allí en el desierto, todos ellos murmuraron contra Moisés y Aarón, 3 y les reclamaron:

«Mejor nos hubiéramos muerto en la tierra de Egipto a manos del Señor. Allá nos sentábamos junto a las ollas de carne, y comíamos pan hasta saciarnos. Ustedes nos han sacado a este desierto para matarnos de hambre a todos nosotros.»

4 El Señor le dijo a Moisés:

«Como verás, yo voy a hacer que les llueva pan del cielo. Para ver si ustedes obedecen o no mis leyes, cada uno de ustedes debe salir todos los días y recoger la porción para ese día, 5 pero el sexto día se prepararán para guardar una doble porción de lo que acostumbran recoger todos los días.»

6 Entonces Moisés y Aarón les dijeron a todos los hijos de Israel:

«Esta tarde van a darse cuenta de que el Señor los ha sacado de la tierra de Egipto, 7 y en la mañana van a ver la gloria del Señor. El Señor los ha oído murmurar contra él, porque nosotros no somos nada para que ustedes murmuren contra nosotros.»

8 Moisés dijo también:

«Por la tarde el Señor les va a dar de comer carne, y por la mañana les dará pan hasta que se harten. Porque el Señor los ha oído murmurar contra él. ¿Quiénes somos nosotros? Cuando ustedes murmuran, no murmuran contra nosotros, sino contra el Señor.»

9 Moisés le dijo a Aarón:

«Dile a toda la congregación de los hijos de Israel que se acerquen a la presencia del Señor, porque él ha oído sus murmuraciones.»

10 Y mientras Aarón hablaba con toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y vieron que la gloria del Señor apareció en la nube. 11 Entonces el Señor habló con Moisés, y le dijo:

12 «He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Así que habla con ellos y diles que al caer la tarde comerán carne, y que por la mañana se saciarán de pan. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios.»

13 Al caer la tarde, una nube de codornices vino y cubrió el campamento; y por la mañana el campamento estaba rodeado de rocío. 14 Pero cuando el rocío dejó de caer, sobre la superficie del desierto podía verse una cosa menuda y redonda, tan menuda que parecía escarcha sobre el suelo. 15 Cuando los hijos de Israel lo vieron, se preguntaron unos a otros:

«¿Qué es esto?»

Y es que no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo:

«Es el pan que el Señor les da para comer. 16 Y esto es lo que el Señor ha ordenado: Que cada uno de ustedes recoja lo que pueda comer. Que recoja dos litros por persona, según el número de personas que haya en cada tienda.»

17 Los hijos de Israel lo hicieron así, y unos recogieron más, otros recogieron menos, 18 pero usando una medida de dos litros, y al que recogió mucho no le sobró, ni tampoco le faltó al que había recogido poco. Cada uno recogió la cantidad suficiente para comer. 19 Y Moisés les dijo:

«Nadie debe dejar nada para mañana.»

20 Pero ellos no lo obedecieron, sino que algunos dejaron algo para el día siguiente, y eso crió gusanos y se apestó. Por eso Moisés se enojó contra ellos.

21 Los israelitas lo recogían cada mañana, cada uno según lo que habría de comer, porque con el calor del sol se derretía. 22 Pero el sexto día recogieron dos gomeres por persona, es decir, una doble ración de comida, así que todos los príncipes de la congregación fueron a decirle esto a Moisés. 23 Y él les dijo:

«Esto es lo que ha dicho el Señor. Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado al Señor. Cuezan hoy lo que tengan que cocer, y cocinen hoy lo que tengan que cocinar. Todo lo que les sobre, guárdenlo para mañana.»

24 En obediencia a lo que Moisés había ordenado, ellos lo guardaron hasta el día siguiente, y no se agusanó ni se apestó. 25 Entonces dijo Moisés:

«Cómanlo hoy, porque hoy no lo hallarán en el campo. Hoy es día de reposo en honor al Señor. 26 Lo recogerán durante seis días, pero el séptimo día no lo hallarán porque es día de reposo.»

27 Como algunos del pueblo salieron a recogerlo en el día séptimo, y no lo hallaron, 28 el Señor le dijo a Moisés:

«¿Hasta cuándo se negarán a obedecer mis mandamientos y mis leyes? 29 Dense cuenta de que yo, el Señor, les he dado el día de reposo. Por eso el sexto día les doy pan para dos días. Así que el séptimo día todos deben quedarse en su lugar, y no salir de allí.»

30 Así el pueblo reposó el séptimo día.

31 A esto el pueblo de Israel lo llamó «maná».[a] Era blanco, parecido a la semilla de culantro, y su sabor era como el de las hojuelas con miel. 32 Y Moisés dijo:

«El Señor ordena lo siguiente: “Llenen con esto una medida de dos litros, y guárdenlo para que los descendientes de ustedes vean el pan que yo les di a comer en el desierto, cuando los saqué de Egipto.”»

33 Además, Moisés le dijo a Aarón:

«Toma una vasija, y pon en ella dos litros de maná. Ponla luego delante del Señor, y ordena que se guarde para los descendientes de ustedes.»

34 Y Aarón puso el maná delante del Testimonio, para guardarlo como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 35 Y los hijos de Israel comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada. Comieron maná hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán.

36 La medida de dos litros es la décima parte de un efa.

Job 33

»Te ruego, Job, que pongas atención
a todo lo que tengo que decirte.
2 Abriré mi labios y diré
lo que tengo ya en la punta de la lengua.
3 Mis palabras brotan de un corazón sincero;
lo que me oigas decir no lleva mala intención.
4 El espíritu de Dios me ha creado;
el soplo del Todopoderoso me dio vida.
5 ¡Veamos si puedes responderme!
¡Ordena tus palabras, y enfréntate a mí!
6 ¡Por Dios, yo soy igual que tú!
¡También yo fui formado del barro!
7 Ante mí, nada tienes que temer,
pues no descargaré mi puño sobre ti.

8 »Con mis oídos te oí decir,
o al menos esto fue lo que escuché:
9 “Yo estoy limpio, y en mí no hay pecado;
soy inocente, y en mí no hay maldad.
10 ¡Es Dios quien busca de qué acusarme!
¡Es Dios quien me tiene por su enemigo!
11 ¡Me ha puesto grilletes en los pies,
y me vigila por dondequiera que voy!”

12 »Debo decirte que no hablas con justicia;
Dios es más que el ser humano.
13 ¿Por qué te empeñas en contender con él?
¡Dios no tiene por qué responderte!
14 Él nos habla de muchas maneras,
pero nosotros nunca entendemos.
15 Nos habla en sueños, en visiones nocturnas,
cuando el sueño nos vence y nos dormimos;
16 entonces nos habla al oído,
y nos indica lo que debemos hacer,
17 para que nos apartemos del mal
y dejemos de lado la soberbia;
18 para que nos libremos de la tumba
o de sufrir una muerte violenta.

19 »Dios nos corrige con enfermedades,
y con fuertes dolores de huesos;
20 ¡hasta llegamos a aborrecer la comida,
y por deliciosa que sea, no se nos antoja!
21 El cuerpo se nos va enjutando,
hasta dejar ver todos nuestros huesos.
22 Cuando nos vemos al borde del sepulcro,
y llegamos a las puertas de la muerte,
23 a veces viene un ángel bondadoso,
uno entre mil, que intercede por nosotros
y da a conocer nuestras buenas acciones;
24 se compadece de nosotros y le dice a Dios:
“¡No lo dejes caer en el sepulcro
que ya he encontrado cómo rescatarlo!”
25 Su cuerpo recobra la lozanía de un niño,
y vuelve a regocijarse como en su juventud.
26 Entonces ora a Dios, y en su bondad
Dios lo deja ver su rostro, le devuelve la alegría,
y lo restaura a su estado anterior:
27 entonces canta ante sus semejantes,
y reconoce su pecado y su injusticia,
y admite que no sacó ningún provecho;
28 entonces Dios lo libra del sepulcro
y le hace volver a ver la luz.

29 »Con tal bondad nos trata Dios
cuantas veces sea necesario,
30 para librarnos de caer en el sepulcro
y alumbrarnos con la luz de la vida.
31 Escúchame, Job; préstame atención.
Guarda silencio, que tengo que hablarte.
32 Si tienes algo que decir, respóndeme,
que yo quiero demostrar tu inocencia.
33 De lo contrario, escúchame tú a mí;
calla y déjame enseñarte a ser sabio.»

Lucas 22

El complot para matar a Jesús

Se acercaba la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua. 2 Los principales sacerdotes y los escribas buscaban la manera de matar a Jesús, pero le tenían miedo al pueblo.

3 Entonces Satanás entró en Judas, uno de los doce, al que llamaban Iscariote, 4 y éste fue a hablar con los principales sacerdotes y con los jefes de la guardia, para acordar con ellos cómo les entregaría a Jesús. 5 Ellos se alegraron, y acordaron darle dinero. 6 Judas aceptó y comenzó a buscar el mejor momento de entregarles a Jesús sin que el pueblo lo supiera.

Institución de la Cena del Señor

7 Llegó el día de los panes sin levadura, cuando es necesario sacrificar el cordero de la pascua. 8 Jesús envió a Pedro y a Juan con estas instrucciones: «Vayan a preparar todo para que comamos la pascua.» 9 Ellos le preguntaron: «¿Dónde quieres que hagamos los preparativos?» 10 Jesús les dijo: «Al entrar en la ciudad, verán ustedes a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo hasta la casa donde entre, 11 y díganle al dueño de la casa: “El Maestro pregunta dónde está el aposento en donde comerá la pascua con sus discípulos.” 12 Entonces él les mostrará un gran aposento alto, ya dispuesto. Hagan allí los preparativos.» 13 Los discípulos partieron, y encontraron todo tal y como Jesús se lo había dicho, y prepararon la pascua.

14 Cuando llegó la hora, Jesús se sentó a la mesa, y los apóstoles se sentaron con él. 15 Entonces les dijo: «¡Cómo he deseado comer con ustedes esta pascua, antes de que padezca! 16 Porque yo les digo que no volveré a comerla hasta su cumplimiento en el reino de Dios.» 17 Y Jesús tomó la copa, dio gracias y dijo: «Tomen esto, y repártanlo entre ustedes; 18 porque yo les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.» 19 Luego tomó el pan, lo partió, dio gracias y les dio, al tiempo que decía: «Esto es mi cuerpo, que por ustedes es entregado; hagan esto en memoria de mí.» 20 De igual manera, después de haber cenado tomó la copa y les dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por ustedes va a ser derramada. 21 Pero sepan que la mano del que me va a traicionar está sobre esta mesa, conmigo. 22 A decir verdad, el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquél que lo va a traicionar!» 23 Ellos comenzaron a preguntarse unos a otros, quién de ellos sería capaz de hacer esto.

La grandeza en el servicio

24 Además, los discípulos tuvieron una discusión en cuanto a quién de ellos sería el mayor. 25 Pero Jesús les dijo: «Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que tienen autoridad sobre ellas son llamados benefactores; 26 pero entre ustedes no debe ser así, sino que el mayor entre ustedes tiene que hacerse como el menor; y el que manda tiene que actuar como el que sirve. 27 Porque, ¿quién es mayor? ¿El que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿Acaso no es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.

28 »Pero son ustedes los que han permanecido conmigo en mis pruebas. 29 Por tanto, yo les asigno un reino, así como mi Padre me lo asignó a mí, 30 para que en mi reino coman y beban a mi mesa, y se sienten en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.»

Jesús anuncia la negación de Pedro

31 El Señor dijo también: «Simón, Simón, Satanás ha pedido sacudirlos a ustedes como si fueran trigo; 32 pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, cuando hayas vuelto, deberás confirmar a tus hermanos.» 33 Pedro le dijo: «Señor, no sólo estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel, sino también a la muerte.» 34 Y Jesús le dijo: «Pedro, te aseguro que el gallo no cantará hoy antes de que tú hayas negado tres veces que me conoces.»

Bolsa, alforja y espada

35 Luego Jesús les preguntó: «Cuando los envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, ¿les faltó algo?» Ellos respondieron: «Nada.» 36 Entonces Jesús les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa, que la tome, junto con la alforja. Y el que no tenga espada, que venda su capa y se compre una. 37 Porque yo les digo que todavía se tiene que cumplir en mí aquello que está escrito: “Y fue contado entre los pecadores”. Porque lo que está escrito acerca de mí, tiene que cumplirse.» 38 Ellos le dijeron: «Señor, ¡aquí hay dos espadas!» Y Jesús respondió: «¡Basta!»

Jesús ora en Getsemaní

39 Jesús salió y, conforme a su costumbre, se fue al monte de los Olivos. Sus discípulos lo siguieron. 40 Cuando llegó a ese lugar, Jesús les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.» 41 Luego, se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra, y allí se arrodilló y oró. 42 Y decía: «Padre, si quieres, haz que pase de mí esta copa; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.» 43 [Se le apareció entonces un ángel del cielo, para fortalecerlo. 44 Lleno de angustia, oraba con más intensidad. Y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.][a] 45 Cuando Jesús se levantó después de orar, fue a donde estaban sus discípulos, y a causa de la tristeza los halló durmiendo. 46 Les dijo: «¿Por qué duermen? ¡Levántense y oren para que no caigan en tentación!»

Arresto de Jesús

47 Mientras Jesús estaba hablando, se hizo presente una turba, al frente de la cual iba Judas, que era uno de los doce y que se acercó a Jesús para besarlo. 48 Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?» 49 Cuando los que estaban con él se dieron cuenta de lo que pasaba, le dijeron: «Señor, ¿echamos mano a la espada?» 50 Uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. 51 Pero Jesús les dijo: «¡Basta! ¡Déjenlos!» Tocó entonces la oreja de aquel hombre, y lo sanó. 52 Luego, Jesús les dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: «¿Han venido con espadas y palos, como si fuera yo un ladrón? 53 Todos los días he estado con ustedes en el templo, y no me pusieron las manos encima. Pero ésta es la hora de ustedes, la hora del poder de las tinieblas.»

Pedro niega a Jesús

54 Aquellos arrestaron a Jesús y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía de lejos. 55 En medio del patio encendieron una fogata, y se sentaron alrededor de ella. También Pedro se sentó entre ellos. 56 Pero una criada que lo vio sentado frente al fuego, se fijó en él y dijo: «Éste también estaba con él.» 57 Pedro lo negó, y dijo: «Mujer, yo no lo conozco.» 58 Un poco después, otro lo vio y le dijo: «Tú también eres de ellos.» Pero Pedro le dijo: «¡Hombre, no lo soy!» 59 Como una hora después, otro afirmó: «No hay duda. Éste también estaba con él, porque es galileo.» 60 Pedro le dijo: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» Y en ese momento, mientras Pedro aún hablaba, el gallo cantó. 61 En ese mismo instante el Señor se volvió a ver a Pedro, y entonces Pedro se acordó de las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.» 62 Enseguida, Pedro salió de allí y lloró amargamente.

Jesús escarnecido y azotado

63 Los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban. 64 También le vendaron los ojos, le golpearon el rostro, y le decían: «Profetiza, ¿quién es el que te golpeó?» 65 Y lo insultaban y le decían muchas otras cosas.

Jesús ante el tribunal

66 Cuando se hizo de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y llevaron a Jesús ante el tribunal y le preguntaron: 67 «¿Eres tú el Cristo? ¡Responde!» Él les dijo: «Si les dijera que sí, no me lo creerían. 68 Y si les hiciera preguntas, no me responderían ni me soltarían. 69 Pero a partir de este momento el Hijo del Hombre se sentará a la derecha del poder de Dios.» 70 Todos dijeron: «¿Así que tú eres el Hijo de Dios?» Él les respondió: «Ustedes dicen que lo soy.» 71 Entonces ellos dijeron: «¿Qué más pruebas necesitamos? ¡Nosotros mismos las hemos oído de sus propios labios!»

2 Corintios 6

Por lo tanto, nosotros, como colaboradores de Dios, les rogamos a ustedes que no reciban su gracia en vano. 2 Porque él dice:

«En el momento oportuno te escuché;
en el día de salvación te ayudé».

Y éste es el momento oportuno; éste es el día de salvación. 3 No somos motivo de tropiezo para nadie, para que tampoco nadie hable mal de nuestro ministerio. 4 Más bien, siempre damos muestras de que somos ministros de Dios, con mucha paciencia en las tribulaciones, en las necesidades, en las angustias; 5 en los azotes, en las cárceles, en los tumultos, en los trabajos, en los desvelos, en los ayunos; 6 en la pureza, en el conocimiento, en la tolerancia, en la bondad, en el Espíritu Santo, en el amor sincero, 7 en la palabra de verdad, en el poder de Dios, con las armas justas, tanto para el ataque como para la defensa; 8 recibiendo honra y deshonra, mala fama y buena fama; se nos considera mentirosos, pero somos veraces; 9 desconocidos para unos, somos bien conocidos para otros; parecemos estar moribundos, pero seguimos con vida; se nos ve castigados, pero no muertos; 10 parecemos estar tristes, pero siempre estamos gozosos; parecemos pobres, pero enriquecemos a muchos; parecemos no tener nada, pero somos dueños de todo.

11 ¡Ay, corintios! Les hemos hablado con toda franqueza; les hemos abierto nuestro corazón. 12 No les hemos cerrado nuestro corazón, aunque ustedes sí nos han cerrado el suyo. 13 Por tanto les pido, como de un padre a sus hijos, correspondan del mismo modo y ábrannos su corazón.

Somos templo del Dios viviente

14 No se unan con los incrédulos en un yugo desigual. Pues ¿qué tiene en común la justicia con la injusticia? ¿O qué relación puede haber entre la luz y las tinieblas? 15 ¿Y qué concordia tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común el creyente con el incrédulo? 16 ¿Y qué acuerdo puede haber entre el templo de Dios y los ídolos? ¡Ustedes son el templo del Dios viviente! Ya Dios lo ha dicho:

«Habitaré y andaré entre ellos,
y yo seré su Dios
y ellos serán mi pueblo.»

17 Por lo tanto, el Señor dice:

«Salgan de en medio de ellos, y apártense;
y no toquen lo inmundo;
y yo los recibiré.
18 Y seré un Padre para ustedes,
y ustedes serán mis hijos y mis hijas.»
Lo ha dicho el Señor Todopoderoso.

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