La Biblia en un año
Junio19
Deuteronomio 18, Salmos 96, Apocalipsis 22
Deuteronomio 18
Derechos de los levitas
1 »Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no recibirán en Israel ningún terreno en propiedad. Sólo participarán de las ofrendas quemadas al Señor y de lo que le pertenece. 2 No tendrán ninguna propiedad entre sus hermanos, porque su propiedad es el Señor, como ya él se lo ha dicho. 3 A lo que tendrán derecho los sacerdotes, por parte del pueblo, es a los bueyes o corderos que se ofrezcan en sacrificio, de los cuales se les dará la espaldilla, las quijadas y el cuajar. 4 También les darás las primicias de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas. 5 El Señor tu Dios los ha escogido de entre todas tus tribus, para que él y sus hijos estén siempre atentos a servir en su nombre.
6 »Cuando un levita salga de alguna de las ciudades israelitas donde haya vivido, y con todo el deseo de su alma llegue al lugar que el Señor escoja, 7 ministrará en el nombre del Señor su Dios, como lo hacen todos sus hermanos levitas que estén allí delante del Señor. 8 Además de sus patrimonios, recibirá para comer una ración igual a la que reciben los otros.
Amonestación contra costumbres paganas
9 »Cuando entres a la tierra que el Señor tu Dios te da, no cometas los mismos actos repugnantes que practican esas naciones. 10 Que no haya en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni nadie que practique la adivinación, ni sea agorero, ni sortílego, ni hechicero, 11 ni encantador, ni adivino, ni mago, ni nadie que consulte a los muertos. 12 Al Señor le repugnan todos los que hacen estas cosas, y precisamente por estos actos repugnantes el Señor tu Dios va a expulsar de tu presencia a estas naciones. 13 Delante del Señor tu Dios debes ser perfecto, 14 porque las naciones de las que vas a tomar posesión prestan oído a los agoreros y a los adivinos, pero a ti el Señor tu Dios no te permite hacer eso.
Dios promete un profeta como Moisés
15 »El Señor tu Dios hará que surja en medio de ti, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él deberán escuchar, 16 tal y como le pediste al Señor tu Dios el día de la asamblea en Horeb, cuando dijiste: “No quiero volver a oír la voz del Señor mi Dios, ni tampoco quiero volver a ver tan impresionante fuego, pues no quiero morir.” 17 El Señor me dijo: “Esto que dicen está muy bien. 18 Voy a hacer que de entre sus hermanos surja un profeta como tú. Pondré mis palabras en sus labios, y él les comunicará todo lo que yo le ordene decir. 19 Pero yo le pediré cuentas a todo el que no atienda las palabras que ese profeta proclame en mi nombre. 20 Y el profeta a quien yo no le haya ordenado hablar, o que hable en nombre de otros dioses pero pretenda hablar en mi nombre, será condenado a muerte. 21 Tal vez digas en tu corazón: ‘¿Y cómo vamos a saber si esa palabra no proviene del Señor?’ 22 Tú no tengas miedo de ese profeta, que si llega a hablar en mi nombre y sus palabras no se cumplen ni se hacen realidad, eso hará ver que yo, el Señor, no he hablado, y que tal profeta habló con arrogancia.”
Salmos 96
Cántico de alabanza
1 ¡Canten al Señor un cántico nuevo!
¡Canten al Señor todos en la tierra!
2 ¡Canten al Señor! ¡Bendigan su nombre!
¡Anuncien su salvación todos los días!
3 ¡Proclamen su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre todos los pueblos!
4 El Señor es grande, y digno de alabanza;
¡es temible, más que todos los dioses!
5 Todos los dioses de los pueblos son ídolos,
pero el Señor es quien creó los cielos.
6 En su presencia hay alabanza y magnificencia;
en su santuario hay poder y gloria.
7 Ustedes, familias de los pueblos,
¡tributen al Señor la gloria y el poder!
8 ¡Tributen al Señor la honra que merece su nombre!
¡Traigan sus ofrendas, y vengan a sus atrios!
9 ¡Adoren al Señor en la hermosura de la santidad!
¡Tiemblen ante él todos en la tierra!
10 Digan entre las naciones: «¡El Señor es rey!
El Señor afirmó el mundo, y no será conmovido;
el Señor juzga a los pueblos con justicia.»
11 ¡Que se alegren los cielos y se regocije la tierra!
¡Que brame el mar y todo lo que contiene!
12 ¡Que se alegre el campo y todo lo que hay en él!
¡Que todos los árboles del bosque rebosen de gozo
13 delante del Señor, que ya viene!
¡Sí, el Señor viene a juzgar la tierra!
¡Juzgará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad!
Apocalipsis 22
Después me mostró un río límpido, de agua de vida. Era resplandeciente como el cristal, y salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a cada lado del río, estaba el árbol de la vida, el cual produce doce frutos y da su fruto cada mes; las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3 Allí no habrá maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en medio de ella, y sus siervos lo adorarán 4 y verán su rostro, y llevarán su nombre en la frente. 5 Allí no volverá a haber noche; no hará falta la luz de ninguna lámpara ni la luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará. Y reinarán por los siglos de los siglos.
La inminente venida de Cristo
6 Y me dijo: «Estas palabras son fieles y verdaderas. El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ya ha enviado a su ángel para que les muestre a sus siervos lo que pronto tiene que suceder.»
7 «¡Vengo pronto! ¡Dichoso el que obedece las palabras proféticas de este libro!»
8 Yo, Juan, soy quien vio y oyó estas cosas. Después de verlas y oírlas, me postré a los pies del ángel que me mostraba estas cosas, para adorarlo, 9 pero él me dijo: «¡No lo hagas! Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos los profetas, y de los que obedecen las palabras de este libro. ¡Tú, adora a Dios!»
10 Y me dijo también: «No selles las palabras proféticas de este libro, porque el tiempo está cerca. 11 Deja que quien sea injusto, siga siendo injusto; que quien sea impuro, siga siendo impuro; que quien sea justo, siga practicando la justicia; y que quien sea santo, siga santificándose.»
12 «¡Miren! ¡Ya pronto vengo! Y traigo conmigo mi galardón, para recompensar a cada uno conforme a sus acciones. 13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.»
14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad. 15 Pero afuera se quedarán los pervertidos, los hechiceros, los que han caído en la inmoralidad sexual, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y practica la mentira.
16 «Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para que les dé a ustedes testimonio acerca de estas cosas, que tratan de las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.»
17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!» Y el que oiga, que diga: «¡Ven!» Y el que tenga sed, que venga; y el que quiera, que tome gratuitamente del agua de la vida.
18 Yo le advierto a todo aquel que oiga las palabras proféticas de este libro, que a quien añada algo a estas cosas, Dios le añadirá las plagas que están descritas en este libro. 19 Y a quien quite algo de las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida, y de la santa ciudad y de lo que está descrito en este libro.
20 El que da testimonio de estas cosas dice: «Ciertamente, vengo pronto.» Amén. ¡Ven, Señor Jesús! 21 Que la gracia del Señor Jesucristo sea con todos. Amén.